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“El 1 de noviembre miramos hacia el cielo. Es el día en el que se homenajea a todos los santos, conocidos y desconocidos. A los que están en los altares y a tantos y tantos cristianos que después de una vida según el evangelio participan de la felicidad eterna del cielo. Son nuestros intercesores y nuestros modelos de vida cristiana.

El día 2 de noviembre rezamos por todos los fieles difuntos.

Rezar por los difuntos es tan antiguo como la misma Iglesia. En la edad media se generalizaron las misas ofrecidas como «sufragio» por los difuntos, pero fue en el siglo X cuando un monje benedictino, san Odilón, en Francia, comenzó a celebrar la misa en un día concreto –el dos de noviembre­–, pidiendo por todos los difuntos.

A partir del s. XVI, esta fecha fue adoptada para toda la Iglesia de rito latino.

En torno al día de la conmemoración de todos los fieles difuntos vamos al cementerio, rezamos por ellos, adornamos con flores el lugar donde están sepultados, etc.”

Conferencia Epescopal Española